segunda-feira, 13 de fevereiro de 2012

Búzios, idílica localidad tropical

A pesar de que la ciudad de Rio de Janeiro se ha llevado durante décadas toda la fama, el estado entero está lleno de encantos. Este fin de semana hemos estado en Búzios. Hemos recorrido sus hermosas playas, hemos disfrutado de su fiesta y hemos paseado por sus encantadoras calles.





Según se lee en los libros de historia, esta ciudad fue descubierta por los portugueses en el siglo XVI. Sin embargo, quien dio a conocer este lugar de verdad fue la actriz Brigitte Bardot, que pasó largas temporadas aquí y con ello hizo que todo el planeta conociese Búzios. Desde entonces, la ciudad ya no es la misma: antes era un sosegado pueblo de pescadores, pero a pesar de que hoy sigue conservando esa esencia, se ha convertido en sinónimo del esplendor tropical con playas de arena blanca, aguas cristalinas, palmeras, cocoteros, casas de famosos, bellas mujeres en bikini… todo lo que vende Brasil al mundo, pero en realidad lo menos brasileiro que hemos visto hasta ahora. Lo primero, porque todo el mundo habla español debido a que está plagado de turistas argentinos y chilenos; y lo segundo, porque allí hemos encontrado un PACHA.

Búzios es uno de esos pocos destinos turísticos que no decepcionan a nadie: allí podrían ir tanto mi padre como mi hermana o como mi abuela o mis amigos. Los paisajes son mejores que en las fotos, y ahora en verano miles de turistas pasean por sus calles, beben caipirinhas en las terrazas y entran en las tiendas de las marcas más lujosas que permanecen abiertas hasta media noche.

Sin embargo, a pesar del auge del mercado inmobiliario en esta ciudad, una de las cosas que más nos ha gustado de Búzios es que no ha perdido el control de su crecimiento. Existen rígidas leyes territoriales que limitan la construcción de edificios altos, así que las elegantes mansiones y las encantadoras pousadas se mezclan con las casas de pescadores, y no ves hoteles y hoteles en la orilla de la playa. De esta manera se respira esa despreocupada tranquilidad de disfrutar del sol y de la playa sin sentirte atosigado por la gente, los coches, y las casas.


Nosotros dormíamos en el Nomad Búzios Hostel en el centro, con habitaciones de 10 personas, pero este es el mejor hostal en el que hemos estado. Muy limpio, con acceso a la Praia do Canto, y con un desayuno abundante, variado y delicioso.  






El viernes nos pasamos el día en un barco que nos llevaba a diferentes playas a las que no se podía acceder por carretera. Simplemente impresionantes.
También visitamos la favorita de Brigitte Bardot, la Praia João Fernandes y la Praia João Fernandinho; llenas de chiringuitos y personas que te vendían ropa, pareos, bikinis, collares, helados, bocadillos, maíz, frutos secos, etc
Praia Brava estaba llena de surfistas y fue interesante verla, pero allí no puedes tomar el sol. Sólo hay rocas y el mar es peligroso para pegarse un chapuzón.

La playa que más nos gustó fue la de Geribá. El agua estaba más fría y hacía más viento, pero ese mar abierto me recordó a Razo, la playa a la que suelo ir con mis amigos en Coruña. Allí había escuelas de surf, windsurf y kitesurf; música, chiringuitos… pero a pesar de haber tanta gente no era agobiante.









Lo propio de la gente que se va a Búzios es que se alquilen un buggy para recorrer todas las playas, pero la Chewi y yo lo hicimos a pié o en furgonetas de estas en las que se suben guiris a montones para que los transporten.
En resumen:
Sí, hemos estado en el paraíso un fin de semana. Nos lo hemos pasado muy bien y estamos morenas. Sin embargo, ese no es el verdadero Brasil. Aquello era de todo menos algo que represente a este país, aunque lo quieran vender al extranjero de esta manera. El lunes llegamos de nuevo a São Paulo donde no hay cocos, ni tiendas con ropa bonita, ni gente por la calle de noche, ni playas preciosas, ni un PACHA, ni buggies. Hemos regresado a la realidad, y Búzios se queda en la experiencia de mi luna de miel con la Chewi y una fiesta en barco con mis amigos.

Nenhum comentário:

Postar um comentário