sábado, 3 de março de 2012

Salvador da Bahia

Salvador, capital del Estado de Bahía y comúnmente llamada Bahía, es la segunda ciudad en el programa de los turistas que vienen a visitar Brasil; pero para mí es el alma de este país y una ciudad realmente auténtica. Salvador no tiene las playas de Rio de Janeiro, pero aquí se puede conocer el verdadero Brasil en poco tiempo gracias a su música, su cocina típica, la calidez humana de sus habitantes y sus tesoros arquitectónicos que te hacen sentirte en una postal de colorines.




Cuando Salvador fue descubierta se convirtió en la capital de Brasil. Era perfecta ya que contaba con la protección natural de los acantilados que la rodean. Sin embargo, ha ido perdiendo importancia política y económica, pero ha ganado fama como centro cultural brasileño. Es fácil ver grupos de músicos aficionados tocando con pequeños tambores y otros instrumentos de percusión, haciendo capoeira, y cantando mientras andan. Y es que durante el día este lugar transmite calma, alegría y felicidad. Digo durante el día, porque por la noche no es recomendable andar por la calle. Lo peor que tiene Salvador da Bahía es que es uno de los lugares más peligrosos en los que hemos estado. Sinceramente nos sentíamos incómodos e inseguros cuando salíamos a cenar y las calles se quedaban vacías.


Es fácil orientarse en Salvador y también desplazarse. Puedes transportarte en barco, autobús… y con los taxistas puedes negociar un precio razonable para que lleven a las playas. Además, si le preguntas a cualquier persona dónde está lo que buscas, probablemente te acompañará a donde quieres llegar.

La ciudad se divide entre la “Ciudad Alta” (que es la parte histórica en donde se sitúan las iglesias) y la “Ciudad Baja” (en la cual se encuentra el Mercado Modelo, perfecto para comprar recuerdos de la artesanía local). Estas dos partes se comunican con el Elevador Lacerda, y subiendo y bajando percibes la diferencia de cada cara de la ciudad.







Se dice de Salvador que tiene una iglesia para cada día del año, y es que la religión está muy presente en todas sus calles. La Iglesia de Bonfim (conocida como la iglesia de los milagros) es uno de los centros de peregrinación más populares del país. Las cintas de colores con la inscripción “Lembrança do Senhor do Bonfim da Bahia” son el mejor recuerdo que puedes comprarle a tus familiares y amigos, porque la tradición popular cuenta que si te regalan una cinta y te la atas con tres nudos, se te cumplirán los deseos que hayas pedido cuando se te caiga.

Las playas no son tan famosas por su belleza como por el ambiente de sus bares y cafés al aire libre. La playa de Barra no nos entusiasmó, por eso nos fuimos a la isla de Itaparica en barco y disfrutamos de la típica playa de fotografía de Brasil.







Nuestro hostal estaba situado en el Largo do Pelourinho. Para mi gusto, era un barrio encantador con sus casitas coloniales de colores y sus calles empedradas con unas cuestas matadoras. Está considerado por la UNESCO como el conjunto arquitectónico colonial de los siglos XVII y XVIII más importante de toda América, pero aunque fue un barrio rico, en la actualidad es una zona de “prostitución y delincuencia” según nuestras guías de viajes. Bajo mi punto de vista, Pelourinho era diferente a todo lo demás… muy brasileño.



La comida bahiana también es algo que hay que probar. Las raíces africanas de la población se manifiestan en platos picantes deliciosos. La moqueca es una de las especialidades de la región. Es una mezcla de gambas y otros mariscos a la que se le añade coco, ajo, cebolla, perejil, pimienta, salsa de tomate y el imprescindible dendê (un aceite que se extrae de unas palmeras africanas que se produce muy bien en las condiciones climáticas del nordeste). Todos los ingredientes se sirven con arroz cocido en leche de coco. Riquísimo. Las mujeres de Bahía son en general también grandes reposteras, y vestidas de alegres colores venden cocadas caseras (dulces de coco con jengibre o limón) en las calles.


Aquí es muy conocido el “Carnaval de Rua” del que ya os he hablado. Si vienes a Salvador da Bahía en Carnaval (uno de los mejores según mis amigos brasileiros) no esperes dormir mucho, porque los nativos tienen suficiente aguante como para estar 96 horas de fiesta sin parar. 

En resumen, esta ciudad me ha encantado por su atmósfera diferente fruto de la relación entre africanos y europeos bajo el cielo suramericano. Ha sido genial conocer un lugar así.

Um comentário:

  1. Hola son la prima de Celia, Marta. ME ENCANTA este blog y me encantan las fotos, dioss que bonito todo. Y yo aqui en inglaterra pasando frio...seguid disfrutando =)

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