El paulistano es, antes de nada, un inmigrante de primera, segunda o décima generación. Es un poco nordestino, un poco carioca, un poco gaucho… es un poco de todo. En definitiva, es brasileño, un tipo universal de brasileño; y además algo italiano, alemán, polaco o japonés. Siempre hablan de que su abuela era italiana… de que el padre de su abuelo era de no sé dónde… es extraño, pero esa mezcla es lo que los hace ser brasileños en realidad. Por ello, São Paulo es la ciudad ideal para descubrir Brasil sin ser percibido como “gringo”.
Al paulistano le encanta Brasil y, si se lo permite el presupuesto, lo recorre de buena gana. Sin embargo, adoran conocer otros países y culturas porque le interesa todo lo que es exterior, foráneo, nuevo. Y es que los paulistanos no tienen prejuicios… y son las personas más felices que he conocido nunca.
El otro día mis amigas me llamaron exagerada cuando dije que si el mundo estuviese habitado por brasileños no existirían las guerras. Lo sigo pensando. Son tranquilos, rechazan cualquier tipo de conflicto… porque saben lo que son los verdaderos problemas, y por eso no se deprimen cuando tienen una pelea con su jefe o cuando se les derrama el café por su camisa nueva. Les deja su “namorada”? Pues ya encontrarán a otra! Anda que no hay chicas y chicas habitando el mundo! Jaja! Nunca los he visto discutir. En cuatro meses, no he visto a nadie “de bajón” como veo a menudo en España. No es que no se tomen nada en serio, pero son los últimos en poner mala cara. Cuando preguntas qué tal siempre están muy bien, beleza, delicia, jóia… algo que contrasta bastante con el tirando… se podría esta mejor… o el “mal” que hoy me soltó una amiga. Aquí, para que alguien te diga que está mal le ha tenido que morir toda la familia el mismo día. Qué puede ser tan horrible que no se pueda solucionar comiendo y bebiendo cerveza en una terraza con tus amigos? Ayer, a mi amigo le robaron el coche mientras estábamos en un concierto: ¿qué iba a arreglar marchándose para casa a ver la tele? Nada, así que fuimos a cenar.
Y esto es lo que más me gusta de São Paulo. La gente que vive aquí es positiva por naturaleza, afrontan los problemas y les encuentran la solución, viven con una sonrisa en la boca, no se estresan (algo que a veces a mí me desespera… pero la vida con más calma se lleva mejor), y todo siempre tiene su lado bueno.
Todo el mundo debería de pasar una temporadita en Brasil, y no sólo por la samba y las caipirinhas. El ritmo de vida es recomendable y envidiable. A mí me está sentando genial.
Welcome to São Paulo
Nenhum comentário:
Postar um comentário