Paraty es una pequeña ciudad colonial que está entre São Paulo y Rio de Janeiro. Fue genial pasear en sus callecitas con adoquines que te destrozaban los pies y te hacían tropezar cada dos pasos. Tenía su encanto. Además, está llena de casitas de colores y viejas mansiones coloniales con balcones de hierro. La verdad es que es un lugar superagradable. Yo bajé del bus y grité que quería vivir allí, pero es sólo la primera impresión, porque es como muy pueblo y me moriría estando más de una semana allí.
Lo bueno y lo malo de Paraty es que se nota que vive del turismo: muchas tiendecitas… paseos en barco para ver playas… rutas en Jeep… y todo eso lo hicimos. Nos lo pasamos como enanos!
Saltamos por lianas… descendimos por toboganes naturales… vimos serpientes, arañas y bichos enormes… peces diferentes… tomamos el sol… hicimos la ruta de la cachaça: vimos cómo se hacía y probamos varios tipos… viajamos en un barco escuchando 3 horitas de música brasileira en directo… y todo por muy buen precio. Dormimos en un hostal que en realidad era la casa de una familia y nos daba el desayuno y todo! Muy bien aprovechado el fin de semana, la verdad.
Por si fuera poco, tuvimos la suerte de que este fin de semana era el festival “Paraty Latino” y pudimos ver a Buena Vista Social Club en directo, además de otros artistas brasileiros, peruanos, chilenos y cubanos.
Paraty era escala marítima entre Portugal y Minas Gerais. Por aquí pasaban oro, piedras preciosas, sedas y especias, lo que convirtió su puerto en el más importante del siglo XVIII. Sin embargo, con la abolición de la esclavitud y la construcción de la vía férrea entre Rio y São Paulo, Paraty cayó en el olvido. Este fue un verdadero regalo para la conservación de la ciudad y para ver cosas como estas:
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