terça-feira, 11 de outubro de 2011

La invisibilidad paulistana

Como ya os he dicho muchas veces, ser peatón aquí es lo mejor para sentirte totalmente ignorado. Sin embargo, hay campañas para que eso deje de pasar (algo que no deja de llamarnos la atención, es muy triste que tengan que existir). 


Hace un mes, en nuestra calle había dos personas en uno de los pasos de cebra que han pintado nuevos con unas manos amarillas gigantes y banderitas para que los coches se pararan. Cuando los pasos de peatones no tienen un semáforo encima no valen para nada. Absolutamente para nada. Era gracioso y parecía absurdo, pero los hombres que se ponían a los dos lados de la carretera eran necesarios, sino por allí no podría cruzar nadie.

Parece que los coches no llevan personas dentro y que son máquinas que te podrían llevar por delante sin percatarse. Da igual que sea una chica con un carrito o una persona mayor: cuando está en verde pues está en verde y les toca pasar. No piensan en que los que vamos caminando deberíamos tener un turno también. Entonces ¿qué pasa? Pues que como los coches no van a parar la gente se echa a la carretera y que sea lo que Dios quiera, provocando así muchos sustos e incidentes que podrían ser evitados; y sobre todo creando un caos enorme en la ciudad.


Aquí, en São Paulo, si no vas motorizado no eres nadie. Me acuerdo con nostalgia de cuando no teníamos el billete del transporte e íbamos andando del metro a la uni. Había un paso de cebra de cuatro carriles en el que arriesgábamos la vida dos veces al día. Ahora me siento poderosa al pasarlo en uno de esos autobuses de la muerte que, cuando está en verde, atraviesa el cruce sin pensárselo dos veces.


Así va el rollo aquí: el más guay es el que llega antes.
Me imagino a la Chewi toda chula sacándose el carnet de conducir en Cáceres. Nos imagino en Madrid cruzando cuando no toca. Me veo haciendo el “signo del pedestre” en Coru, desorientada con que los semáforos estén en su sitio y no al otro lado de la carretera… y agradeciéndole a los coches que me paren en un paso de cebra el gesto que han tenido dejándome pasar.
Welcome to São Paulo 

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