sexta-feira, 30 de setembro de 2011

La dura vida del intercambista

Salir un martes a quemar São Paulo. Que se te acumulen los planes hasta que colapsan tu agenda. Conocer cada noche a un mínimo de 20 personas. Que esas 20 personas te agreguen al día siguiente al Facebook. Ser gallega y vestirte de sevillana. Comprobar que el idioma es sólo un impedimento a veces, porque por la noche (cuando nos interesa) controlamos mucho más. No pisar la universidad los viernes, y que no tenga ninguna repercusión. Que organicen fiestas para extranjeros a las que, por supuesto, siempre estás invitado. Que sea lunes y ya te apetezca ir de fiesta. Hacer planes y no tener tiempo para llevarlos a cabo. Decir la frase “Sí! A eso tenemos que ir” muchas veces jaja. No tener tiempo para aburrirte. Estar en un lugar donde todo es diferente. Que todo lo que te rodea sean novedades y aventuras. Darte cuenta de que nunca sabrás decir “Consolação”.  Conocer a muchos aleatorios, pero también hacer amigos. Que el país te ponga a prueba hasta límites insospechados. Arreglar papeles hasta el punto en el que te lo tomas como algo con gracia. Apreciar a los verdaderos amigos. Saber que aunque no estén a tu lado, siguen ahí para lo que necesites. Darte cuenta de a quién echas de verdad en falta. Ceder y que no importe. Vivir a otro ritmo. Verte en situaciones inesperadas. Notar que tu carácter ha cambiado. Por qué no decirlo… desmadrarte un poco. Poner como escusa para todo “Estamos en Brasil! Si no aprovechamos este año…” jaja. Que la curiosidad por todo no desaparezca. Aprender a bailar. Aprender a hacer caipirinhas. Seguir siendo igual de arrítmico con los instrumentos. Descubrir nuevos sitios que apodamos de “favoritos”. Que te enseñen palabras graciosas. Que se rían de tu acento. Tener un móvil al que ni siquiera se le cambia el tono de llamada. Sentirte atraído por cosas que nunca se te habían pasado por la cabeza. Probar nuevos sabores. Percibir que hay personas que te echarán de menos cuando te vayas. Pasear y darte cuenta de que São Paulo ya no es un lugar extraño para ti. Acostumbrarte. La sensación de que personas que llevan dos meses en tu vida han llegado para quedarse. Saber que recordarás toda tu vida este año. Tenerle cariño a un gato. Echar de menos muchas cosas, pero no querer volver. Estar entusiasmado siempre por todo... ; así transcurre la dura vida del intercambista :)

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